«Somos lo que hacemos repetidamente. La EXCELENCIA, entonces, no es un acto; es un hábito.» Aristóteles
Esta cita del filósofo griego y discípulo de Platón y mentor del emperador Alejandro Magno es capaz de resumir de forma sencilla el impacto que tiene nuestras acciones para conocernos un poco más.
Te invito a que no te quedes ahí, te invito a que vayas más allá y descompongas ese conjunto de acciones en unas acciones independientes y a su vez esas acciones en un compuesto de información al que a partir de ahora nos referiremos como “CÓDIGO”.
Este código a diferencia de lo que pueden pensar o peor aún creer muchas personas, no solo se compone a partir de la información de la que estás siendo consciente, pues el 95% de nuestros pensamientos y acciones están gobernados por el inconsciente y ni siquiera somos consciente de que los tenemos nuestro cerebro dada su eficiencia trata de procesar esa información de forma automática.
Es importante aclarar algo, ese código no significa que sea bueno o que sea malo de por sí, ya que nos hemos codificado a partir de la experiencia, nos hemos vuelto buenos a partir de la práctica.
Un ejemplo que se me viene a la cabeza para que entiendas lo que quiero decir:
En ocasiones mi madre me dice que ya es muy mayor para aprender inglés, yo trato de decirle que se está confundiendo a la hora de comunicar esa idea, pues es una creencia errónea, no es que la edad sea un impedimento a la hora de aprender inglés o cualquier cosa, sencillamente en este caso mi madre, es excelente no hablando inglés, pues ha dedicado casi 60 años de su vida a no aprenderlo y es una gran procrastinadora del inglés, de la misma manera que hay personas que se llaman a sí mismas “vagas” o “malas para el gimnasio” cuando en mi opinión lo que sucede es que son excelentes pasando tiempo en el sofá y siempre cuesta más hacer cosas que nos cuestan y preferimos darle prioridad a los procesos automáticos de nuestro cerebro, que en su mayoría se materializan a través de nuestro cuerpo.
Por si no ha quedad claro. No hay nada bueno ni malo. Te estás codificado constantemente. Observa los siguientes ejemplos que te propongo a continuación:
1. ¿Qué postura corporal tienes en este momento mientras lees? Observa si estás en anteversión o en retroversión de cadera, por otro lado ¿tienes tensión en el cuello mientras escribes?
2. ¿Estás respirando por la boca o por la nariz? ¿Sabes cuántas veces respiras por minuto?
3. ¿Estás escuchando música, un podcast o nada mientras lees este artículo?
4 ¿Has leído hasta aquí del tirón o has hecho varias pausas para mirar RRSS?
Estos son solo algunos ejemplos para comprender como todo lo que estás haciendo está formando quien eres, tanto si eres consciente como si no, está determinando tu propia suerte. Todo es influyente para crear la persona que quieres ser, te has preguntado ¿Lo que hago me conduce a la persona que quiero ser?
Recuerda que la atención que prestas cuando lees también es código. Cuando se habla de que todo es código, se refiere a que todo importa. Según esto, entendemos de forma sencilla que la suerte no existe, solo es el desconocimiento de los acontecimientos lo que nos lleva a crear en ello, pues todo es causa y efecto y toda acción genera una reacción. Si lees de forma consciente prestando atención a cada palabra será distinto a si lees por leer.
Una vez que entiendes que todo importa, estás entendiendo el PROSOCHE (atención plena a uno mismo) y esto te conecta a tu ser, te hace ser más consciente de lo que haces, lo que piensas o como actúas y ves cómo hacerlo de una manera o hacerlo de otra provoca distintos resultados.
Esta consciencia te lleva a ser consciente de que todo es perfecto, todo genera un impacto. Incluso que estés ahora aquí leyendo esto va a tener un efecto en el universo. Como lo va a tener que estés entrenando, viendo porno o comiendo pizza.
Nicola Tesla lo sabía “si quieres descubrir los secretos del universo, piensa en términos de energía, frecuencia y vibración” aquí os dejo el enlace del vídeo donde podrás comprobarlo por ti mismo: https://youtu.be/Qv_dPAr5AhY
Según Epicteto “únete a lo que es espiritualmente superior, independientemente de lo que otras personas piensan o hacen. Mantén tus verdaderas aspiraciones sin importar lo que esté sucediendo a tu alrededor”. Con esto vemos como todo lo que haces debe ser desde el ser no desde la acción, desde lo automático.
No olvides que eres ENERGÍA, FRECUENCIA Y VIBRACIÓN como en el vídeo de Nikola Tesla. Un ejemplo puede ser cuando alguien te habla desde el enfado, la ira, gritando, tiene un impacto sobre ti, en cambio por el contrario si te habla desde la calma, con voz dulce, muy probablemente te va a transmitir otra cosa muy distinta. Recuerda que tienes el poder para transmitir lo que realmente quieras, tienes el poder para recodificar tu posición corporal en cada momento, tu respiración, tu forma de comer, de entrenar, de hablar o incluso de pensar, tus propias creencias inconscientes forman parte de tu propio código.
Lo importante es conocerse a uno mismo, conocerse para comprenderse, comprenderse para superarse a uno mismo y a nadie más, eliminar las propias barreras, creencias y limitaciones tanto conscientes como subconscientes.
Todos tenemos limites, pero esos límites no son nuestros, no son algo que venga de fábrica, sino el resultado de nuestro entorno. Los límites son una especie de software que se ha instalado en nuestro cerebro durante los 6 primeros años de nuestra vida a través de lo que hemos visto (modelo visual) y de lo que hemos oído (modelo verbal).
Tus creencias reflejan tu autoestima. Si te ves cómo alguien capaz de lograr grandes cosas, eso sucederá; si te ves insignificante para lograr cosas no las lograrás. Vivir con una baja autoestima es como ir por el mundo atado de pies y manos.
Recuerda que tu mente dirige tu vida, más del 90% de nuestra vida está gobernada por el inconsciente. Por eso, si controlas tu mente, controlas tu vida.

Nunca olvides las palabras de Don Ward: “Si vas a dudar de algo, duda de tus límites”.